viernes, 26 de enero de 2007

Amor Entrelíneas

Aliosha:

Estábamos en esa reunión a la cual me hiciste acompañarte porque deseabas estar cerca de mí a pesar de la distancia. Ambos sabíamos que nadie de los presentes debía enterarse de nuestra relación; nadie la hubiera aprobado. Nuestra diferencia de edad habría sido blanco fácil de las críticas, más aún si se considera que todos dicen que el amor no tiene edad, hasta que alguien muy cercano (mujer de preferencia) da cuenta de que efectivamente es cierto, revelando la hipocresía de aquellos que hablan del amor sólo de boca y con ligereza...

En la misma sala donde todos estaban sentados y repartidos conversando, nos encontrábamos tú y yo. En el exacto extremo opuesto el uno del otro; nadie podía sospechar lo nuestro, menos tras nuestra magistral actuación. Pero entre nosotros acontecían cosas que nadie percibía, nuestro diálogo era demasiado sutil como para ser notado por otra persona.

De un extremo de al sala al otro, sonrío discretamente y por momentos te miro a los ojos. Notas mi mirada y con la misma sonrisa, miro hacia otro lado con complicidad y aún más coquetería. Esporádicamente hago algún comentario aportando a la conversación; hablo en un tono firme y seguro y eso le da un aire sensual. Modulo a la perfección cada palabra y mis labios son perfectamente leíbles al mirarlos. Lo hago sabiendo que en ese instante miras mi boca. Exagero sutilmente los gestos, dando la leve impresión que extiendo mis labios a modo de besarte en cada palabra que pronuncio. Tomo un cigarro... Lo acerco a mi boca y lo sostengo entre mis labios mientras busco lentamente encendedor en mi bolsillo. Me demoro en encontrarlo para estudiar tu mirada sin que lo notes. Sin mirarte te regalo otra sonrisa, pues se que tus ojos no me quitan la vista de encima. Una sonrisa que te haga notar que es exclusivamente para ti, para que te des cuenta y te sonrojes y quemar tu mirada, insisto, sin siquiera mirarte... Enciendo el cigarro y aspiro profunda y lentamente, mientras mis ojos mirando abajo comienzan a subir mientras recorren tu cuerpo hasta llegar a tus ojos. Sólo cuando llego a tus ojos, retiro el cigarro de mi boca y suelto lentamente el humo, apuntando en dirección a ti y te miro fijamente, esperando que sostengan mi mirada al momento que digo algo sin importancia, una pregunta quizás directamente a ti. Algo así como: "y tu Karín ¿que opinas?"

Karín:

Me coloco a reír, notando tu coquetería, bajando levemente la cabeza como si mirara hacia abajo y finalmente me sonrío... Miro hacia los demás, pero sin dejar de estar atenta a ti, sonriendo y pronunciando más mis gestos; como si mi mano al gesticular cayera con sutil inocencia y se dirigiera ti...

También prendo un cigarro; sería una respuesta inconciente para ti. Lo busco entre mis cosas y mientras lo busco, mi bolso cae y me río a carcajadas, echándome hacia atrás, levantando la mano delicadamente. Te agradezco el caballeroso gesto de recogerme el bolso, mirándote de lado mientras sostengo con los dedos mi cabeza y me acuerdo de los cigarros con una sonrisa pícara por las cosas que pasan por mi cabeza.

Finalmente saco un cigarro, con mucha delicadeza. Lo tomo con suavidad; me acomodo... Como una gatita en el sillón, pero siempre con naturalidad. Me acomodo el pelo y alguien se percatará de que no me queme con el cigarro que, a propósito, otro joven me prendió y yo le agradecí mirándolo a los ojos con una sonrisa detenida, mirándolo como desde abajo. Sonreiré como si me hubieses descubierto coqueteando con otro, sabiendo que observas cada movimiento mío y de que sabes que permití que otro encendiera mi cigarro para captar aún más tu atención.

Inventaría ahora una excusa para estar cerca de ti. Iré a buscar algo, no lo sé; y pasaré a tu lado, rozándote. Tú captas de inmediato mi necesidad de contacto y con naturalidad me pides un cenicero. Entonces te miro como si te quisiera alcanzar... Me acerco lentamente, cuidando de no pisar a nadie. Sonrío. Paso atravesando la sala como si fuera un juego, con las manos pronunciadas, danzando hasta ti. Te paso el cenicero, acariciando tus dedos mientras miro tus ojos. Te miraré como si quisiera estar por entera contigo. Con cierta nostalgia; como si pudiera sintetizar todo mi amor en esa caricia, en esa ansia de poseerte cerca, muy cerca. No aguanto por darte un beso. Por eso me iré cortantemente, apretando la mandíbula. Haré un comentario alegre sobre alguna cosa, como si pudiera de esa forma olvidarme de tus labios. Vuelvo a mi puesto...

Aliosha:

Te devuelvo esa mirada, respondiendo cada palabra que lea en tus ojos, haciéndote saber que cada sensación, cada sentimiento y cada deseo que me expresas con ese gesto, es compartido también por mí...

Veo tu silueta alejarse, pero no dejo de sonreír y hago un alcance sobre tu comentario para distraer a todos por si llegase a notarse algún atisbo de todo ese deseo acumulado que estoy conteniendo para no ir tras de ti y rodearte con mis brazos y nunca soltarte. Tú te das cuenta de mi sentir y sonríes, ladeando la cabeza, pestañeando lentamente; como si quisieras atravesarme. Como si quisieras llegar hasta mí con adoración y deseo. De reojo miro como mueves tus caderas al caminar y la perfección de tus hermosos glúteos, intentando irme por el lado sensual, mientras vuelves a tu lugar. En mi corazón admiro tu belleza...

Recuerdo que había encendido un cigarro y que fue el motivo para pedirte un cenicero. Lo tomo con una mano, mientras con la otra sostengo el cigarro. El cigarro ahora es mi juguete.

Karín:

De pronto suena la música... Deseo que sea Providence. Te miro. Juegas con el cigarro; yo también, al ritmo de la música. Sin darme cuenta mi mano se mueve como una pluma. No puedo dejar de mirarte; deslizas el cigarro por tus labios. Sutilmente y sólo ante mis ojos deslizas tu lengua en él, como si el cigarro fuese la mía. Me haces sentir que la deseabas besar y saborear desde que tu corazón y el mío comenzaron a buscarse. Te sonrío, porque observo como juegas disimuladamente. Te sonrío coquetamente porque te encuentro tan hermoso...

Abro la boca moderadamente, introduciendo el cigarro con los labios pronunciados, suavemente... Y luego lo saco, entreabriendo los labios. Como si el acto de fumar fuera enviarte un beso, mientras pestañeo suavemente y mis ojos se abren como si realmente pudiese saborear tus labios...

Sigo observando la conversación, pero en complicidad contigo en la extensión de mis labios...

Aliosha:

Puedo sentir tus besos. Incluso el sabor de tus labios siento en mi boca y sin que nadie lo note, en un momento que otra persona tenga la atención de todos, espero tu mirada para pronunciar en silencio un te amo... Tú sonríes llena de dulzura y me devuelves una sonrisa llena de gratitud y amor; entiendo que también me dices que me amas.

El cigarro se termina; y con el la excusa de nuestro flirteo. Vuelve a mi con intensidad el deseo de poseerte y ser poseído por ti, de traspasar los limites de lo imposible y por un instante sentir tus labios, tus ojos, tu cuerpo junto a mi. Se me ocurre una idea alocada, pero necesito tu complicidad para poder concretarla.

Llevo mi mano al bolsillo donde esta mi celular y lo hago esperando que te des cuenta de mi gesto. La idea es provocar que el celular suene, como si me llamaran. Consigo hacerlo. Pido permiso y me levanto de mi lugar, al momento que sonrío y con calma contesto. Mientras me levanto, dirijo mi mirada hacia ti y hago como que realmente hablo. Hablo como si me llamaran del trabajo, como si me pidieran algo para mañana. Ahora estoy esperando que recuerdes que no estoy trabajando ahora, pues estoy de vacaciones y me alejo de la gente, buscando privacidad. Sin dejar de mirarte, te invito a que sigas mi juego. Salgo del lugar donde todos están y sigo hablando solo, inventando una conversación que da para largo, esperando que en algún momento llegues...

Karín:

Yo nunca dejo de tener mi atención en ti. Puedo disimular, pero ni eso me funciona mucho. Siempre soy demasiado poco disimulada...

Me doy cuenta de tu accionar, aún sin entender muy bien. No me doy cuenta de lo del trabajo, que todo es una excusa, pero por tu mirada entiendo la idea. Me doy cuenta del jueguito que inventas. Me gusta la idea y pido permiso para ausentarme; "voy al baño", me excuso. Y salgo por la otra puerta, disimuladamente, hasta llegar hacia ti...

Me ves llegar, pero "continuas hablando", haciéndote el interesante, tentando mi desesperación y controlando la tuya. Me siento en una banca que hay y así como mordiendo mi desesperación, me muerdo el dedo índice y me lo chupo mientras te miro apoyando mi cabeza en un brazo; mirándote con paciencia. Pero sin dejar de mostrar sutilmente mi desesperación en ese gesto, mientras muevo mis piernas cruzadas hacia los lados mientras mis caderas las siguen armoniosas. Mientras, mis manos juegan ahora con mi pelo. Acaricio mi cara, como si así pudiera ser la eternidad. Nada más espero, con una sonrisa en los labios. Una sonrisa traviesa, porque me doy cuenta de que más de algo te provoco...

Aliosha:

Todos tus gestos, toda tu sensual coquetería me hace cambiar de parecer, en parte... Sin dejar de "hablar" camino en dirección a ti, mirándote fijamente todo el tiempo, como si atravesara todo con mi mirada y te dejara completamente desnuda ante mi presencia. Algo en ti se derrite en ese momento. Por primera vez tus gestos delatan tu deseo, así ambos lo entendemos.

Camino hasta quedar de pie delante de ti y cruzo mis brazos en un gesto de contemplación, seguro de mi mismo (al menos en apariencia) y esperando a ver si te pones de pie, pues no seré yo el que se incline, al menos por ahora....


Karín:

Me doy cuenta de tus intenciones y me río. Dejo escapar unas carcajadas precisas, sutiles y luego te miro. Te miro fijamente y sin soltar tu mirada me acomodo en la banca delicadamente, como una gatita. No estaré contenta hasta que mi provocación consiga que tu también te delates, aún sabiendo que si delatas tu deseo, más deseo sentiré de ti...

Con todo mi cuerpo deseando sentirte cerca, me contorneo invitándote a acercarte aún más hacia mi, al instante que dejo escapar un "miiiiiaaaaaaaaaauuuuuuuuuu", mientras muevo la cabeza hacia los lados, como si acariciara el aire con mi rostro, mientras me acaricio el pelo y ronroneo, como una gatita.

Aliosha:

Mi desesperación bordea los límites, pero con seguridad te devuelvo una sonrisa, esta vez mi estado de deseo la convierte en una sonrisa totalmente sensual y mientras sonrío, acerco mis dedos a mis labios. Los beso y delicadamente los acerco a tu boca, señalando que mis labios ya alcanzaron los tuyos. Mantengo mis dedos en tu boca por varios instantes, sin poder dejar de mirarte; aún como en el principio. Como hace ya largo rato, en esa sala donde nos amábamos en secreto y a la vista de todos; donde nadie pudo notar que para nuestro amor no existen límites. Ni siquiera para una sala repleta de gente que condenaría nuestro amor.

Mis dedos aún permanecen en tus labios. Cierro mis ojos como si realmente te estuviera besando. Mientras en ese preciso instante, mi cuerpo reacciona a toda tu sensualidad y provocaciones. Me percato que estoy completamente mojado.

Karín:

Te observo derretida y con curiosidad, sonrío. Mis piernas se estiran y te buscan; acarician tus piernas y tus pies, con delicado ritmo y juego. Ya no soporto más. Con mis piernas intento atraerte mientras mi cabeza se inclina por inercia hacia atrás y entrecierro los ojos. Puedes observarme en todo mi delirio con una sonrisa dibujada en los labios, también entreabiertos.

Puedo sentir el aroma de tu deseo. Mientras mis piernas te abrazan siento entre ellas el fruto de tu deseo. Y ese contacto sublime me hace notar que así como es evidente cuanto te he provocado, tu sensual provocación ha conseguido que mi cuerpo también reaccione. Estoy completamente mojada.

Aliosha:

A pesar de toda mi aparente indiferencia, lo cierto es que ya estaba derretido hacia rato y ver tu sonrisa en tus labios entreabiertos fue la gota que rebalso el vaso. Ya no resisto a tus piernas, las que no necesitan esforzarse por atraerme, pues ya voy hacia ti por mi propia cuenta. No deseo ir rápido y por ello ser brusco. No deseo acelerar o arruinar ese momento lleno de seducción y sensualidad sutiles. Por eso se me hace eterno el trayecto hacia tu cuerpo, a pesar que estamos uno frente al otro y aumenta aún más mi desesperación.

Me acerco más y más hacia ti y con delicadeza tomo tus piernas tiernamente, buscando que ellas me abracen. Cuando ellas responden me inclino lentamente, hasta llegar a ti.

Karín:

Que delicioso volver a sentir el aroma de tu cuerpo. Siento que puedo perderme en ti y que tú podrías vivir por siempre dentro de mí; prolongando eternamente el abrazo en el que fundiremos nuestros cuerpos. Me siento tan segura al volver a ti. Me siento como una niña. Lástima que suena tu celular. Esta vez era la alarma. Estratégicamente pusiste alarma pues sabías que cuando estamos así de compenetrados el tiempo se detiene sólo para nosotros.

Sin titubear nuestros cuerpos se buscan en un abrazo lleno de amor. Un amor nostálgico con sabor a tristeza; esa tristeza de no poder expresarse con libertad. Tristeza de no poder decirle al mundo que nos amamos más allá del entendimiento racional. Nuestros labios al menos, se funden en un cálido y apasionado beso que conjuga todo lo expresado y contenido a la vez durante ese lapso de tiempo; no mas de media hora desde que prendiste el cigarro hasta ahora.

Acomodas tu ropa y yo acomodo mi vestido. Sales por la puerta donde entraste al pasillo y yo salgo por la otra. De vuelta a la reunión...

Publicado por Shinzou no Elf |  01:10 Enlace permanente

0 Comentarios:

Publicar un comentario »»»


Principal »»»